Hemos probado Tchia, y os contamos nuestras primeras impresiones de este juego que aboga por el positivismo

Cada juego que analizamos tiene como finalidad transmitirnos una serie de sentimientos. Algunos pura diversión y entretenimiento, otros tensión y miedos, y unos terceros tratan de aportar positivismo y buenas vibras para desconectar de un mal día. Tchia pretende ser del último grupo, insuflando aires de “buenrollismo” que se palpan desde el primer minuto. Nosotros hemos podido probar una fase preview del juego, y a continuación os contamos las sensaciones preliminares que nos ha generado la obra del estudio Awaceb.

Disfruta de cada rincón de tu isla

En esta aventura tropical de mundo abierto controlaremos a Tchia, una niña con el deber de encontrar a su padre, quien ha sido secuestrado por Meavora. Nuestras pesquisas nos obligarán a movernos por las dos islas que componen nuestro hogar, con multitud de treas que completar y actividades con las que entretenernos.

La fuente de inspiración para desarrollar este juego proviene de una localización real basada en las islas de Nueva Caledonia. No solamente en su faceta visual, que resulta más que evidente, sino en el ámbito cultural, recogiendo las costumbres y estilos de vida que los habitantes de esa isla tienen. Si habéis visto películas como Vahiana, sabréis perfectamente el cariz que recoge esta aventura.

Una vida tranquila y sosegada que se refleja en el propio videojuego. Es cierto que secuestran a nuestro padre, pero todo lo que viviremos será con un ambiente destendido, sin necesidad de apresurarse para nada. Podremos recorrer sus mares y ríos en balsa, visitar los diferentes pueblos que encontraremos e ir en busca de los coleccionables esparcidos por sus montañas.

Resurgir de las cenizas

Habrá momentos de combate contra unos muñecos creados por el propio Meavora, aunque no esperéis nada frenético y alocado. De hecho, el sigilo será nuestra mejor baza, y habrá que buscar las triquiñuelas para prenderles fuego. Para ello, habrá que buscar lámparas de aceite, hogueras y cualquier objeto en combustión que queme a estos seres. Incluso podremos convertirnos en objetos para sorprender al rival, siendo una de las habilidades más curiosas que tendrá Tchia.

Colores en el viento a descubrir

En esta versión preliminar que hemos disfrutado teníamos habilitada la capacidad de poseer a varios animales y objetos del escenario. Algunos valdrán simplemente por pura diversión, pero en otras ocasiones será muy útil debido a las virtudes que tienen. Por ejemplo, podremos alzar el vuelo convertido en paloma, o trotar por las montañas empinadas si conseguimos reencarnarnos en un ciervo. Hasta donde yo llegué, no se explota mucho esta mecánica, aunque supongo que según se complique la exploración será más importante esta faceta de nuestra protagonista.

Hay tantas cosas que me dejo (y otras que desconozco) que estoy deseando ponerme a los mandos desde el principio del juego. Un elemento muy importante que también he visto en esta preview es la música. Tendremos un ukelele con el cual podremos entonar canciones y tocar sus acordes como si de un Guitar Hero se tratase. Muy bonito todo, ya que sus preciosas melodías vienen acompañadas con esa paz que nos transmiten las islas.

Juego como terapia reparadora

Pese a ser cada vez más reticente a los mundos abiertos y sus mecánicas de recadero, es verdad que Tchia tiene algo distinto. Es un juego para alegrarte el día, ya juegues 30 minutos como 3 horas. Y es que su gracia reside en ese ambiente calmado, colorido y con tintes pacifistas pese a tener enfrentamientos contra muñecos enormes. Tan pacifista es, que incluso podeos desactivar cualquier escena estresante si queremos disfrutar esta propuesta con los más peques de la casa. La espera hasta que salga el título de Awaceb puede ser larga, pero lo amenizaremos con música tribal y un buen cóctel casero. Y paz para todos, por supuesto.

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