Si tu sueño siempre fue convertirte en enterrador, Graveyard Keeper te permitirá desempeñar tal milenario oficio con gusto.
A lo largo de los años, los simuladores nos han puesto al mando de hospitales o a cargo de una granja, en un intento de escapar de nuestro día a día. Pues bien, Graveyard Keeper (disponible en Xbox Game Pass desde el día de salida) va un paso más alla y sigue a un hombre que, sin querer, fue enviado a un pueblo medieval y se deberá hacerse cargo del cementerio local. El juego no se anda por las ramas, ya que después de una breve conversación con un burro anticapitalista que habla, y que nos trae un cadaver de un habitante, aprenderemos de manos de un cráneo parlante, a extraer carne de un cuerpo recién fallecido, así como empezar el negocio de la muerte lo más rápido posible. Como veis, el humor negro empapa el juego, lo que le hace distinguirse rápidamente de otros juegos de este tipo, y lo que nos llamará la atención rapidamente.
A pesar de su nombre, tendremos un montón de cosas que hacer aparte del mantenimiento del cementerio. También podremos dar sermones en la iglesia, dedicarnos a la agricultura, la apicultura y la elaboración de vino. La mayor parte del juego gira en torno a la recopilación de materiales, que utilizaremos para la construcción de puestos de artesanía, diferentes objetos como bancos de la iglesia, espadas o comestibles.
El problema al pasar los primeros minutos en este mundo, es que Graveyard Keeper pone muy poco de su parte para ayudarnos en nuestros primeros pasos. Nada más comenzar a movernos por su mundo tendremos una flecha que nos guiará a nuestros objetivos cercanos, pero después de este minitutorial, el juego te abandona a tu suerte. Los detalles importantes de las misiones se explican en ventanas emergentes, algunas de las cuales no podremos volver a revisar después de cerrarlas.
Graveyard Keeper puede parecer que te da total libertad en cuanto a cómo enfocas las cosas, pero esa apariencia se desvanece rápidamente. El trato de la información en este juego se ofrece a cuentagotas y nunca sabes qué partes de la progresión del personaje son más importantes, por lo que no hay una manera real de averiguar sobre qué tareas priorizar. A veces, nos encontraremos en una situación en la que necesitamos comprar artículos y no está claro quién los vende, ya que no disponemos de puntos en el mapa que nos indiquen. Ciertos NPCs que nos ayuden o eventos sólo están disponibles en momentos específicos del ciclo del juego, compuestos por seis períodos, que suponen ser las horas del día. El juego también se mueve a un ritmo bastante lento, puesto que realizar las tareas nos llevan una buena cantidad de tiempo. Realizar la mayoría de las acciones irá vaciando tu barra de resistencia que sólo puede ser rellenada con comida, bebida, pociones o dormir.
Sin embargo, mirando más allá de estos problemas, hay una buena cantidad de sistemas de juego dentro de Graveyard Keeper. Aparte de los puestos de trabajo y las diferentes áreas de creación que van desde el trabajo de la madera a la alquimia y la apicultura, cada personaje del juego tiene un medidor de reputación que se llena a medida que los ayudas, lo que abre nuevas opciones de diálogo o algunas que afectan al juego. Por ejemplo, varios vendedores en el pueblo venden nuevos artículos necesarios, si les hemos ayudado, abriendo la posibilidad de ganar algo de dinero a través del comercio y la compra de materiales. Tenemos también un sistema de combate muy básico, que utilizaremos para acabar por ejemplo con plagas del campo, y que supone un soplo de aire fresco.
Uno de los puntos más fuertes del juego es sin duda su apartado gráfico. Con una estetica pixel, que ya vimos en otros juegos tipo Stardew Valley, el apartado artístico es maravilloso, con multitud de diseño de personajes, cada cual más estrámbotico, ubicaciones distintas y toque oscuro que le siente genial. Sin embargo, en una Xbox One X hemos sufrido a menuda ralentizaciones y caídas de FPS bastante notorias, al entrar en el pueblo por ejemplo (donde suele haber más personajes y viviendas), así como en zonas que parecen tener más carga gráfica. Esto no empaña totalmente la experiencia de juego, pero incomoda en ciertas ocasiones. Al parecer, esto viene dado por una conversión regular del juego original de PC, puesto que uno de los fallos más grandes del juego viene de mantener en las pantallas de tutoriales las teclas de un teclado y no los botones del mando de Xbox.
El humor impregna el juego y eso también se debe en su gran mayoría a la fantástica labor de traducción al castellano de los textos. Los personajes no hablan, puesto que emiten el mismo sonido que hemos podido ver en juegos de Nintendo tipo Animal Crossing, y las melodías acompañan durante la aventura, pero no son dignas de mención.
Parte del placer de este tipo de juegos radica en descubrir cómo funcionan e interactúan entre sí los distintos sistemas de juego y esto es algo que Graveyard Keeper hace muy bien. Pero también hay una falta de comunicación adecuada de la información necesaria y una tendencia a frenar la capacidad de uno para progresa, lo que puede ser bastante desalentador para muchos. Es una pena, ya que con la paciencia suficiente para sobrellevar estos momentos desafortunados, hay un simulador bastante vasto y atractivo que descubrir. Hay un montón de actividades que realizar, misiones que llevar a cabo y una trama con mucho humor negro y a menudo desternillante.