“Ya sabemos que no habrá Split/Second 2 y quién sabe cuándo veremos un nuevo Burnout; es por ello que cuesta menos que nunca permitirle a Ridge Racer Unbounded copiar ideas y hacer de la conducción pura adrenalina….”
A Bugbear Entertainment los conocemos por los FlatOut, los dos primeros, y seguramente fuera el último estudio en el que uno pensaría para desarrollar un nuevo Ridge Racer. La vida da muchas vueltas, claro, y Namco se ha visto en pleno 2012 con una franquicia más desinflada que el colchón de agua de Espinete; es por ello que este Ridge Racer Unbounded puede parecer un poco marciano a los seguidores de la serie: no tiene nada de Ridge Racer. Bugbear Entertainment han optado por crear un arcade de carreras que decide copiar, sí, pero que sabe escoger a quién y que sabe, también, copiar en condiciones.
En Split/Second, una de las referencias clarísimas de Unbounded, éramos uno de los concursantes de un delirante reality show televisivo en el que competíamos en circuitos preparados para ser destruidos de mil y una maneras; aquí la cosa es menos sofisticada, y directamente estamos en una ciudad (Shatter Bay, muy parecida a Nueva York) en la que, sin aparente hilo conductor, participamos en una serie de carreras que acaban, en el noventa por ciento de los casos, con una situación atilesca: la destrucción del entorno es brutal y definitiva.
Esta es una de las gracias que hacen que Unbounded pueda formarse su pequeño séquito de fans, aficionados todos ellos a la pandilocura más desenfrenada: casi ninguno de los elementos que forman el escenario, tanto estructurales (muros, columnas) como decorativos, se resisten a un buen meneo de nuestros terribles coches. En la mayoría de los casos podemos permitirnos atajar reventando una gasolinera, por ejemplo, o atravesando como salvajes una muralla, porque no va a pasar nada; el juego pretende que sepamos qué es y qué no es destructible, y quizá en eso no está tan acertado: al principio, sobre todo, es fácil comerse algún que otro muro que no parecía ir a resistir el envite, aunque a medida que avanzamos es más sencillo identificar con mayor precisión aquellas cosas que podemos destrozar sin piedad.
Otra de las influencias de Split/Second,es que a medida que derrapamos, vamos a rebufo o elevamos el coche por el aire se rellena la barra de poder, que nos sirve para ejecutar una especie de turbo que aumenta la potencia destructiva del coche y sirve para destruir zonas más duras del escenario. En Split/Second la destrucción se hacía a distancia, pero aquí la cosa es más física: cuando se nos indica qué cosas podemos destruir con el turbo, tenemos que estamparnos con la fuerza de mil mares contra ella. La cosa suele acabar con un montón de piedras volando, fuego y cristales rotos, y básicamente hay dos tipos de destrucción: la que sirve para abrir atajos y la que tiene como resultado explosiones que, de haber otros coches cerca, se lleva por delante todo lo que pilla la onda expansiva.
También sirve este turbo para hacer takedowns, esto es: destrozar a los coches competidores. No tiene mucho misterio, y cualquiera que haya jugado a un Burnout sabrá de qué hablo. A pesar de que sí, la copia se ve a la legua, hay que reconocerles a los de Bugbear que han sabido llevarla bien, creando su propia mecánica casi de combos muy agradecida y agradable: durante las carreras nos dan premios, una especie de insignias que no tienen mucha más utilidad que aumentar los puntos finales de la carrera, y cuando conseguimos uno de estos premios la barra de poder se nos llena automáticamente. Así, cuando más fino está el diseño de los circuitos es un gustazo comenzar la carrera llenando la barra con rebufo, por ejemplo, e ir enlazando premios (por destruir X coches seguidos, por destruir X zonas del mapa, por hacer derrapes largos, por hacer saltos amplios, etc.) para mantenernos on fire todo el tiempo posible.
El comportamiento de los coches es suficientemente diferente entre unos y otros para que no dé lo mismo cuál escoger, y se adaptan a los distintos estilos de juego de cada uno para que no sea difícil encariñarse con un modelo concreto a medida que vamos desbloqueándolos, consiguiendo puntos y subiendo niveles; o con varios, en función de las distintas pruebas: los coches seleccionables varían según si jugamos una carrera de dominación, una carrera Shindo (donde el poder se sustituye por turbo puro y duro; quizá la prueba más floja), una prueba de derrapes, etc. Como pequeña extravagancia están las pruebas en las que manejamos el Behemoth, un camión enorme con poder casi infinito y con un único objetivo: destruir tantos coches de policía como nos sea posible en un tiempo limitado.
El modo para un jugador es bastante extenso y se presta a ser rejugado para conseguir las mejores puntuaciones posibles (requisito, además, para desbloquear ciertas áreas de la ciudad), pero cuando nos cansemos de jugar solos Unbounded todavía tiene algo que ofrecer. El multijugador replica los modos individuales pero compitiendo contra otras personas, así que tiene posibilidades de sobra para divertir tanto o más que las carreras individuales; donde es un poco más ambicioso que la media es en la adición de un elemento clave: los circuitos creados por la comunidad utilizando el editor del juego.
El editor es sencillo de usar pero bastante potente: comenzamos colocando tramos de carretera en una cuadrícula, entre los que hayamos desbloqueado en la partida individual, y con eso formamos el trazado básico; en el editor avanzado podemos añadir obstáculos, rampas, muros y todo lo demás, y a partir de ahí todo depende de nuestra paciencia y creatividad. No es nada que no hayamos visto antes, pero funciona bien y da un sentido mayor al juego, ampliable todo lo que la comunidad quiera; ya te avisan en uno de los mensajes de ayuda de las pantallas de carga de que no te acostumbres demasiado a Shatter Bay, porque otras ciudades pueden ser muy distintas: es cuando utilizamos circuitos de otros usuarios cuando estas palabras cobran pleno sentido.
Conclusión
Ridge Racer Unbounded es una propuesta interesante, el primer arcade de carreras que sale en muchos meses y, probablemente, el único de renombre que salga este año, salvo sorpresa. Puede ser una compra muy a considerar para los que busquen algo nuevo en este género, pero los que quieran un Ridge Racer clásico tendrán que esperar algo más.