Conviértete en un mapache que lucha por encontrar manjares en la basura de una estación espacial
¿Alguna vez has querido experimentar lo que siente un mapache que solo piensa en encontrar manjares en la basura? Pues con el juego de hoy podrás hacerlo. Trash Quest es un título metroidvania engañosamente sencillo, con un estilo gráfico básico y familiar de consola retro, pero que esconde algo más en su interior.
La trama del juego es simple: estamos en una nave espacial que vuelve a casa con su tripulación metidos en su correspondiente soporte vital. Pero espera, una forma de vida está fuera de las cámaras de criogenización. Un pequeño mapache se ha colado en la nave y nadie sabe porqué, ni cuál es su objetivo. Empezamos el juego en un cubo de basura y saldremos explorar el resto de la nave.

Al principio resulta interesante la poca orientación que se nos da. Algunos murales en la pared te dan una indicación de los controles, pero la mayoría de las veces te dejan a tu aire. Los controles de Trash Quest no son complicados, así que la ausencia de indicaciones no perjudica al juego.
Una política similar se aplica al diseño de los niveles. Puedes ir en cualquier dirección que te apetezca. Trash Quest no es exigente, pero al más puro estilo metroidvania, sólo puedes llegar hasta cierto punto. El mapa pronto será un mosaico de habitaciones a las que todavía no puedes acceder. Para poder acceder a ellas al final deberemos a encontrar una mejora (un doble salto, un láser más potente, una función de planeo) que te permitirá avanzar más en una dirección del mapa.
Como hemos dicho antes, aquí hay pocas indicaciones sobre todo porque Trash Quest quiere que construyas tu propio mapa mental de los obstáculos del juego. Incluso de forma más experimental, Trash Quest no tiene puntos de control, y (de forma controvertida) no hay portales con los que saltar por el mapa. Cuando mueres, y lo harás, vuelves a la sala central del cubo de basura para empezar de nuevo.
Puedes ver en qué estaban pensando los desarrolladores: el diseño del mapa no se aleja demasiado de la esfera de un reloj, con las diferentes salas que irradian desde esta sala central del cubo de basura. Nunca estás a horas de la siguiente parte relevante del juego. Trash Quest también adopta el enfoque moderno de los metroidvania al permitirte crear atajos permanentes, conectando puertas o haciendo explotar cajas para que el camino de vuelta a tu cubo de origen sea un poco más corto.

Pero, como ocurre con muchas ideas experimentales, la teoría no coincide con la realidad. Esto se debe en parte a la dificultad de Trash Quest. A medida que te alejas de la sala del cubo de basura, el juego se vuelve más difícil. Y Trash Quest puede llegar a ser extremadamente difícil. Además, a medida que te alejas, tardas más en volver a la sala si mueres. Es un doble castigo: si mueres, no sólo pierdes todo tu progreso, sino que tienes que viajar más lejos y más tiempo para volver, y ese doble castigo duele. Es algo que induce a la rabia y los atajos permanentes sólo suavizan el problema, no lo eliminan.
Este enfoque me pareció algo negativo que me alejaba de Trash Quest. Quería jugarlo y, en gran medida, lo estaba disfrutando. Pero la idea de mejorar el progreso de una marca personal, sólo para morir y repetir toda la secuencia desde el principio… bueno, fue suficiente para hacerme cuestionar el juego.
Es innegable que hay una sensación de recompensa al superar estos momentos difíciles. Aunque Trash Quest es difícil, no es el juego de plataformas más difícil de la Xbox. Pero con demasiada frecuencia he tenido la sensación de estar repitiendo innecesariamente el mismo camino, algo negativo, ya que este juego no es lo suficientemente variado ni divertido como para que ese repaso sea agradable. O bien era aburrido o bien era un reto que sentía que ya había superado.

Lo cual es una pena, ya que Trash Quest tiene mucho que ofrecer. Los controles son buenos, la libertad que te da le sienta muy bien y el diseño de los niveles (aunque no es tremendamente imaginativo) cumple su cometido. En cuanto a los jefes finales, estos tienen en su mayoría ataques secuenciados que rozan el infierno de balas, pero derrotarlos supone una sensación de recompensa muy agradable.
Trash Quest es un metroidvania competente que se atreve a probar algunas ideas de diseño. Prescinde de una guía, te deja libre para explorar y añade un enfoque de la muerte similar a juegos del estilo Souls. Dos de las tres cosas funcionan bien, pero la última flaquea. Volver a dar los pasos anteriores se convierte en algo pesado y te quita la motivación para explorar los escenarios. Es un juego decente con algunas buenas ideas, pero las verás repetidas más veces de lo que te gustaría.