The Gardens Between se trata de un juego impecable en lo artístico
The Voxel Agents se trata de un estudio indie australiano que lleva nueve años desarrollando juegos, y que ha mostrado toda su inspiración para crear un artístico rompecabezas donde valores intrínsecos en nosotros como la amistad y la infancia juegan un papel trascendental.
Y esto ocurre sin narrarnos una historia con diálogos o textos. Porque The Gardens Between no basa sus habilidades en contarnos una historia al uso, pero hace uso de otros elementos que logran envolvernos en un aura nostálgica que desprende el título.
Nada más iniciar el juego conoceremos a nuestros protagonistas, un chico y una chica, que se ven trasportados a un mundo surrealista cuando aparece un extraño objeto delante de ellos. Ambos se levantan desorientados y, a partir de ese momento, deberán caminar juntos para lograr salir de aquel lugar.
Para que os hagáis una idea de lo que contaba en el segundo párrafo, tanto el nombre de los protagonistas como su relación (aunque esto lo podemos intuir) lo sabemos gracias a la ficha del videojuego. Se trata de dos amigos llamados Arina y Frendt, y esto, aunque nimio, es suficiente para comenzar a disfrutar de una historia humana y emotiva, narrada de manera inusual pero muy efectiva.
Porque, ante todo, estamos ante un juego con una potencia visual y sonora deslumbrante. Como ya he mencionado, no existe una historia como tal, pero en este juego no es necesaria. Las imágenes que se nos presentan ante nuestros ojos, la música relajante que embarga nuestros sentidos y nos hace viajar a la época en la que éramos niños y nuestras ansias de explorar el entorno que nos rodeaba permanecían intactas, una amistad tan grande hacia otra persona por la que haríamos lo que fuera… Esa es la verdadera historia. La narrativa. Muchas de las interpretaciones que podemos sentir jugando a The Gardens Between. Se trata de una experiencia sensorial que abrirá rincones ya cerrados de nuestra mente.
El juego representa lo más puro de la niñez, y mientras jugamos observaremos elementos trascendentales para la vida de un niño como piscinas hinchables o cajas con juguetes. Además, mediante un regreso al pasado, observaremos escenas de nuestros protagonistas junto a estos objetos (acompañadas de una música de piano).
¿La jugabilidad? Es muy sencilla, consiste en manejar a los personajes por un camino fijo y en pulsar un botón para completar el puzle que se te presente, con el añadido de encontrarte en un mundo mágico, en el que el tiempo no funciona como debería. Y esto se nota en cómo podremos interactuar con el entorno. Podremos avanzar y regresar hasta el punto de partida, pero no de una forma usual, el tiempo retrocederá con nosotros, volviendo a observar eventos que ya habíamos presenciado, pero que podremos modificar para avanzar en el nivel, como unas piezas de jenga que bloquearán nuestro camino.
Tendremos que conseguir una especie de farol para poder avanzar entre las distintas pantallas. Apareceremos en inicio con una linterna trasparente que deberemos iluminar y ofrecer a un portal situado en la parte más alta del escenario, junto a una construcción similar a un monolito. Una vez lo hagamos, se nos mostrarán varias imágenes, y nos encontraremos de nuevo en otro lugar. Una nueva isla con recuerdos por descubrir.
La peculiaridad reside en que hay portales que absorberán esa luz al pasar por ellos, y no podremos esquivarlos. Lo que tendremos que hacer será depositar la luz en una caja que se mueve por el escenario, y recogerla al final para cruzar el portal. Esta premisa se presenta sencilla, pero la dificultad irá aumentando (aunque tampoco demasiado).
En cuanto a la duración, sin duda es el apartado más flojo del título, pues habrá poco más de veinte niveles y cada uno lo podremos completar en diez o quince minutos. A todo esto, hay que añadirle que no hay ningún elemento rejugable, y que es probable que, una vez completado, no volvamos a jugarlo.
Por último, aunque ya he comentado previamente los apartados audiovisuales, me gustaría añadir que la banda sonora, compuesta por el australiano Tim Shiel, acompaña en todo momento, pudiendo llegar a emocionarnos son unas melodías cautivadoras.
Además, los niveles estarán representados con distintos sonidos, por ejemplo, escucharemos a niños jugar, mientras los suaves tonos salidos de las teclas de un piano nos sumen en un estado de trance en el que volveremos a la infancia.
Conclusiones
The Gardens Between se trata de un juego que basa toda su propuesta en hacernos volver a una época mejor, en la que la que nuestras preocupaciones residían en bebernos un refresco junto a un amigo o hermano (¿acaso esto no es un solo término, en muchas ocasiones?) o en trastear con una caja de juguetes. Nuestra caja de juguetes.
Tampoco faltará el guiño a aquellas antiguas consolas que se jugaban con un mando rectangular.
Su duración es el aspecto más negativo de un juego notable, sin duda.
La buena noticia es que el juego se encuentra disponible mediante el servicio Xbox Game Pass. Por tanto, si os ha convencido lo que habéis leído y teníais pensado haceros con la suscripción, no podéis dejar pasar este título. Es probable que se haga un hueco en vuestro corazón.