King’s Bounty II… a juicio por análisis

Fantasía medieval

En el centro de nuestras vidas, se encuentra una época fantástica de la que, una vez sumergido en ella, no se puede escapar. Es el corazón radiante de la imaginación. Un hueco que palpita, ansioso, hambriento de aventuras, de farragosas gestas, de hazañas épicas, imposibles e inenarrables. Hablo de la esplendorosa era de la fantasía medieval. Algo de lo que la saga King’s Bounty sabe, y mucho.

Desde su lanzamiento, allá por el 2008, King’s Bounty: the Legend (basado en la propiedad intelectual desarrollada por New World Computing en los años 90) ha demostrado ser una saga que derrocha imaginación y buen hacer, que entiende las reglas de la fantasía y las juega con acierto para el público más familiarizado con ella. Tanto en su planteamiento como en su diseño artístico, King’s Bounty consiguió, con poco, grandes cosas. Un juego que comenzó sin hacer mucho ruido, como una araña agazapada en su red, pero que, con el paso de los años, se situó incuestionablemente (gracias a su elaborado sistema de combate por turnos) en el punto de mira de los más fieles seguidores de los RPG tácticos. Su ambientación de cuento de hadas medieval, su esplendorosa música y su mundo expuesto a modo de diorama, bastaron para hacerse un hueco en el corazón de los jugadores.

Innova o no innoves; pero no lo intentes

Uno de los alicientes a la hora de analizar King’s Bounty II fue la agradable sensación que me dejó su predecesor hace ya varios años. Un goce muy parecido al de la lengua después de comer chocolate. A su vez, entiendo el arte desde una perspectiva subversiva, es decir, con un claro enfoque contracultural, y todo lo que signifique romper con lo establecido para dejar atrás las cadenas de la comodidad me parece, como poco, digno de admiración. Por eso entré con tantas ganas a este juego; porque prometía romper con todo lo que había hecho en el pasado.

Vaya, mi sorpresa fue mayúscula al descubrir lo que había cambiado. El mundo, para empezar, ya no es una maqueta en miniatura poblada de adorables casitas y pantanos farragosos y burtonianos por los que transitar con nuestro elegante corcel. No. Ahora nos encontramos en un mapa semiabierto en tres dimensiones y controlaremos a nuestro personaje desde una perspectiva en tercera persona. La influencia de The Witcher 3 es más que evidente en esta obra.

“Ciertos lugares poseen un encanto mágico”

Este tipo de perspectiva permite que nos centremos más en la narrativa. En cierto modo funciona, claro, porque muchos de los escenarios de King’s Bounty II están repletos de detalles, colores y movimiento. Se sienten reales, lo cual favorece la inmersión en su historia. Pero no todo el peso de un juego puede (ni debe) caer en un solo apartado. La narrativa de este juego, en realidad, ya la hemos visto cientos de veces con anterioridad. Nos es familiar. Y, aunque no es mala, tampoco innova, ni destaca por su originalidad o por su manera de presentarse al jugador. Intenta ir a lo seguro, repitiendo tropos y cayendo en topicazos.

En cuanto a las misiones secundarias (a las que últimamente parece que se les exige incluso más que a las principales), resultan pobres a pesar del sistema de decisiones que King’s Bounty II nos ofrece para resolver muchas de ellas. Tendremos que forjar la personalidad de nuestro personaje con base en cuatro ramas de personalidad: Orden, Anarquía, Poder y Astucia. Cada misión nos planteará un dilema y, en lugar de afrontarlo con una estructura de diálogos, usaremos una de estas ramas para resolverlo, reduciéndose el asunto a que nuestro personaje será bueno o malo, bruto o inteligente. Es decir, lo que parece una propuesta interesante, en el fondo se queda a medias por lo simple que resulta.

“En este garito no se entra con boina”

A Brave New World

Ver moverse a ciertos personajes es, cuando menos, un ejercicio de suspensión de la incredulidad

Nuestra aventura se desarrolla en Nostria, un mundo con ambientación clásica de la fantasía medieval oscura, muy usada en los videojuegos de hoy en día. Los escenarios, habituales en el género, están bastante cuidados, y pasear por las ciudades o los senderos de bosque, a pesar de la extrema lentitud de nuestro personaje (incluso cuando viaja montado a caballo), se convierte en una experiencia muy bonita en cuanto acto contemplativo.

A su vez, la banda sonora, sin ser especialmente destacable, cumple su función y nos sumerge sin darnos cuenta en esta historia de espada y brujería. Mención especial para los efectos de sonido. Son realmente buenos y he de reconocer que muchos de ellos no los había oído nunca en un videojuego.

Con todo, el apartado en el que más flojea King’s Bounty II es en el de las animaciones. Momentos que deberían ser épicos o emotivos, se sienten fríos y plásticos, rompiendo la conexión emocional que llevábamos con el juego. Y no solo a nivel de estructura y movimiento facial, que más o menos puedo llegar a considerarlo comprensible, si no que los personajes se mueven de manera poco precisa, casi pingüinesca. Muy acartonada. Ver moverse (o no hacerlo, directamente) a ciertos personajes es, cuando menos, todo un ejercicio de suspensión de la incredulidad.

“Lo nuestro no funcionaría: eres una persona muy fría”

Combates con encanto

Y ahora, por fin, toca hablar del sistema de combate de King’s Bounty II. La piedra angular. Aquí se nota que el equipo tiene tablas y que es todo un experto en los títulos de estrategia.

Los combates son una delicia. Desafiantes y con un fuerte componente (real) de estrategia. No esa apariencia táctica de la que ciertos juegos presumen y que, a la hora de la verdad, es irrelevante si tienes ventaja de posicionamiento o no. En King’s Bounty II todo cuenta. El diseño de nivel de combate es espectacular; mimado en sus detalles para que podamos hacernos una idea general del mapa y así analizar la mejor estrategia acorde a nuestro ejercito. Cuellos de botella, barricadas, desniveles y un largo etcétera.

Antes de cada enfrentamiento, el juego nos mostrará la dificultad del combate para que decidamos si merece la pena o no el tiempo y las tropas a invertir en él. Tal es el reto en ocasiones que este aviso, directamente, es innecesario. Por ejemplo, en una de mis partidas me encontré en la tesitura de si era aconsejable pelear o, por el contrario, retirarme para mantener mi oro a salvo. Según el juego, el combate era más o menos equilibrado. Bien, el enemigo aplastó en cuestión de pocos turnos a mis tropas, y os aseguro que no era por un mal posicionamiento. Poco podía hacer. En el primer turno, las unidades a distancia enemigas me fulminaron varios pelotones de un solo ataque. ¿Frustra? Sí. ¿Invita a mejorar? También.

En este sentido, las mecánicas son muy similares a las de su predecesor. Cada pelotón cuenta con habilidades que tardarán varios turnos en volver a estar disponibles, así como los pergaminos y hechizos del personaje, muy sorprendentes y devastadores en ocasiones. Hacer un buen uso de ellos supondrá la diferencia entre la victoria o la derrota.

En ocasiones, una victoria es lo mismo que un fin de partida

Un punto a favor es que podemos elegir en qué orden pelearnos con los enemigos del mapa. Así, si vas escaso de dinero o de tropas, puedes correr y mantener a salvo a tu ejército, porque en ocasiones, una victoria pírrica es lo mismo que un fin de partida, bien por falta de dinero para sanar a tus heridos o, directamente, por la imposibilidad de volver a reclutarlos en los mercaderes.

Así, me he encontrado con un título muy competente en sus combates, pero que, debido al riesgo que suponen muchos de ellos, he pasado más tiempo evitándolos que afrontándolos.

“¿Por qué peleamos?” “Mira… no lo sé. Tú dale”

Resumiendo…

Llegué muy ilusionado a King’s Bounty II, pues su primera parte (expansiones incluidas) ha sido un juego al que siempre le he tenido muchísimo cariño, pero me he encontrado con una obra que, queriendo innovar y llevar la saga a una escala mucho más grandilocuente, no ha sabido captar la esencia de su predecesor (que sí innovó, a su manera), aportando muy pocas cosas nuevas (por no decir ninguna) en su propuesta y dando como resultado, en definitiva, un juego que parece de una generación pasada en todos y cada uno de sus sentidos.

Si no eres muy fan del género, quizás puedas encontrar un aliciente en King’s Bounty II para adentrarte en los RPG tácticos; pero si, como jugador, cuentas ya con las suficientes tablas en este tipo de propuestas, creo que hay mejores alternativas hoy en día en el mercado.

King's Bounty II

59,99 €
5

5.0/10

Pros

  • Su valentía a la hora de innovar
  • Un sistema de combate muy competente

Cons

  • Las animaciones resultan bastante pobres y artificiales
  • Ver cómo todo su potencial se esfuma poco a poco

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