Flying Wild Hog Studios nos deleita con un plataformas que, pese a no tener ninguna huella con la que adquiera personalidad, funciona bastante bien para un público concreto: los más peques de la casa.
A partir del 10 de Diciembre salió en el marketplace de Xbox 360 un juego que sin llegar a innovar en ninguno de sus apartados jugables, intenta brindar una propuesta que sea amena tanto para padres como para hijos. Porque sí, aunque en ningún momento el juego pone que sea un producto infantil, el mínimo desafío que contiene junto con otros apartados que mencionaremos a continuación lo sitúan como el juego perfecto para compartir con ese hijo, sobrino o peque de casa de forma cooperativa.
La historia principal, pese a su simpleza, es directa en todos los aspectos. Todo comienza cuando un día Juju, nuestro simpático oso panda rosa y Peyo, su amigo lagarto, deciden seguir al padre de Juju sin que éste se diera cuenta. El destino es un templo donde el padre de Juju realiza invocaciones a través de un artefacto para mantener su jungla salvaguardada de temibles enemigos, pero, en un momento de despiste, los dos traviesos amigos consiguen subir al citado templo para empezar a jugar con el artefacto enigmático, generando el caos en la jungla. En este momento hace su aparición el malo de turno, el vampiro Calypso, el cual secuestra al padre de Juju, que suelta en el último momento una careta que permite al oso panda ver a un entrañable ser. Esta criaturilla explica a los dos amigos que para rescatar a su padre de las temibles garras de Calypso, deberán recoger unos cristales que están esparcidos en cuatro mundos concretos. Es aquí donde nuestra aventura dará comienzo.
Lo primero que choca en este arcade es la ausencia total de textos y diálogos (clara prueba de hacia dónde va dirigido el título) pero todo muy bien explicado mediante signos para que sepamos qué movimientos tendremos disponibles. Es más, por no haber, no habrá ni vidas… Empezaremos con los comandos clásicos de este tipo de aventuras: tendremos un botón de salto y otro botón de ataque, con el que poder eliminar a nuestros enemigos. Existe otro movimiento bastante curioso con el que Juju sacará unos tambores que arrojará una melodía capaz de afectar a enemigos en un cierto radio de acción. Cuando esto sucede, los monstruos empezarán a bailar, siendo más vulnerables a nuestros ataques. Además, estos timbales también serán necesarios para despertar a tótems gigantes y otros elementos del escenario, abriéndonos vías que nos lleven hasta el final del nivel. Aunque la cantidad de acciones a priori no sea suficiente, con el transcurso de la aventura iremos consiguiendo nuevas habilidades. Estas se consiguen una vez derrotemos a un jefe final y nos serán bastante útiles si queremos proseguir en la aventura, o para llegar a zonas ocultas antes inaccesibles.
Juju consta de 40 fases, repartidas en 4 mundos, y aunque su aspecto visual en un principio pueda parecer bonito, al final sí que peca un poco de repetitivo. Fases de jungla,en islas tropicales o en una especie de mundo de juguetes se darán cita en la aventura, aunque tendremos la reminiscencia a un plataformas inolvidable: Donkey Kong. Las comparaciones nunca fueron buenas, pero es imposible no mencionar las similitudes de éste arcade con el juego de plataformas desarrollado por Nintendo. Aparte de las zonas ocultas que nos teletransportarán a unas sencillas fases de bonus, encontramos otros aspectos típicos como los barriles que nos harán salir disparados, o unas primeras fases ambientadas en la jungla que no dejan lugar a dudas. Todo este resultado, en vez de hacer del juego un plataformas mejor, acaban lastrando el resultado final. Si a eso añadimos un movimiento de personajes y enemigos algo lentos, junto con unos escenarios bastante largos, obtendremos un juego solamente “aceptable” para los jugadores tradicionales de videojuegos, aunque bastante satisfactoria para los pocos avezados en el mundillo
Para facilitar un poco más las cosas, Juju puede ser jugado de forma cooperativa local. El segundo jugador tomará el control de Peyo y, al contrario de lo visto en otros juegos de corte similar, el amigo lagarto tendrá otros movimientos que Juju no posee. Peyo es el personaje perfecto para los peques de la casa, con un ataque con su lengua bastante eficaz y con menos probabilidad de ser alcanzado por los enemigos.
Además del modo campaña habitual, podremos encontrar un poco más de dificultad completando otras tareas secundarias que nos propone el juego. La primera de ellas, es encontrar una serie de monedas y cristales que estarán escondidos en cada escenario, haciendo al título más rejugable. La segunda de ellas, será un modo contrarreloj que complicará un poco más las cosas a Juju. Una vez completada la aventura principal, podremos optar por un modo más difícil, aunque prácticamente nos encontramos con el mismo juego de plataformas.
Acompañándonos en toda la la aventura tendremos una banda sonora que no desentona para nada con el aire desenfadado y colorido del juego, proponiendo melodías directas y alegres, que nunca llegan a cansar y que van cambiando en cada mundo. Los efectos de sonido, como los timbales de Juju, caídas en agua o exclamaciones de los enemigos mantienen un buen nivel, cosa de agradecer ya que nos acompañarán a lo largo y ancho de las 4-5 horas que puede llegar a tener este plataformas.
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